Conocí a José Luis Gordillo mucho antes de que hace 11 años llegara como redactor jefe a El Correo de Andalucía, con la intención de que el periódico se implicara a la hora de contar injusticias. Llegó, se puso a investigar y de su pueblo, Bormujos, comenzaron a salir a la luz tramas de chanchullos urbanísticos una detrás de otra.
Las investigaciones más vibrantes las recuerdo con él de jefe. Un jefe casi de mi edad. Nos ha dejado de golpe, con 46 años.
Pero muchos años antes, cuando los dos apenas salíamos de la adolescencia, creamos en Bormujos, junto a sus hermanos, a Juana Vázquez, José Luis Montiel –como yo por aquel entonces, residente en Gines– y Lourdes Pino (de Nueva Sevilla), la revista La Azotea-alXaraf.
La maquetábamos a tipómetro y logramos poner en el kiosko un número. José Luis logró hacer realidad su sueño de ser periodista: pasó por las redacciones de la revista económica Andalucía Actualidad y de la agencia Surpress, y fue corresponsal en Sevilla de Sur e Ideal.
En esta casa fue redactor jefe entre julio de 2005 y noviembre de 2006.
Ejerció como periodista en algunos destinos más, entre ellos en Periodismo Humano y el jueves comenzaba en Público. Pero sus últimos años se había centrado más en escribir novelas (publicó dos) y una amplísima investigación sobre los niños robados en la España de posguerra, Los hombres del saco, un tema cuya crueldad, como padre de dos hijas, nunca pudo comprender.